Pues si es mejor mantener el suspense que saber el final, llegó el final y toca hacer una propuesta de paz. No me interesa ganar, nos interesa recuperar la salud: no solo estoy yo de esa manera, está la familia, y los hijos primero. ¿Comprendes? Pero el pero del mal hacer que trae el pasotismo y la maldad, el dejarse llevar por el más listo de la clase -para qué negarlo a estas alturas de la pantomima-, da a entender que el problema no ha sido llegar a acuerdos, sino cumplirlos, y la forma el peor de los ejemplos, por no hablar del conocimiento necesario para echar a andar la cultura en un pueblo que no le sobran motivos para el optimismo. La ignorancia, esa peste que contagia la política, fábrica de muertos vivientes que los dueños de los partidos entierran hasta las próximas elecciones; voceros sin memoria, aduladores, insultadores de oficio, profesionales de la posverdad en las redes sociales que tiran a matar al enemigo que apenas debería ser el adversario. La gilipollez en el museo del absurdo: faltan a la palabra, priman la desigualdad y abusan de su poder. Esa gentuza son la suma de todas las falsedades, felonías y olvidos. Mucho me temo que algo más que la mentira se tendrá que reparar para que lleguen a darse cuenta de que las cosas no son así. (Cumple los acuerdos y honra lo prometido porque la noche se niega a morir). Gracias.
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