Un político es un empleado (temporal) del Estado al que unas elecciones sitúan en un lugar de la administración. Para eso no hace falta saber, aunque no descarto que alguno sepa de la función pública y cómo afrontar los problemas inesperados que se presentan, también cómo tratar a los trabajadores bajo su responsabilidad (indelegable responsabilidad) y, cómo no, a la ciudadanía, incluyo a los nuestros (de no saber en grado máximo ejemplos tengo, el más reciente y bañado en sangre: Mazón). Un político, un cargo público, puede ganar o perder legitimidad en cada uno de sus actos, y si delega las funciones indelegables, solo perder. Disculpen, antes de que me vaya sin haberme ido y acabe en la sempiterna confusión, aclaro que una cosa es un político con cargo público y otra cosa es un líder. Líder es aquel que protagoniza saltos de su carácter en la historia, que deviene en paradigma de generaciones, que hace pueblo ("fer poble, que es diu per aquí"). En fin, aquí lo dejo y acabo esta sencilla aclaración cultural. Joder, dona, apareció la cultura. Pero qué banda de ignorantes se ha hecho cargo de la cultura... (Elegir bien debe ser un hábito, priorizar correctamente una virtud y hacer pueblo... Eso un milagro). Gracias.
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