miércoles, 31 de julio de 2024

Aún es julio.

Joder, dona, sin ti... Me estoy volviendo un poco de aquella manera, y no solo porque me lo haya dicho la dama que no me deja ir, sino, porque además hago lo que nunca hice: leo lo que escribo y cuando llego al dolor de cabeza creo lo que leí. El mes de julio ha sido mortal. O casi. ¿En serio? Es verano y el ruido y el ambiente se mastica. Nada que no sepa: el cambio climático me está matando, y no se me ocurre nada para evitarlo. Caerá sobre mí como castigo del cielo por el daño terrible que me impongo al obligarme a leer lo que escribo hasta el dolor de cabeza. Y creer lo que escribo que es peor. Bah, no sé si es peor. Sí, viniendo de mí es peor. Podía ser el más revolucionario provocador de chismorreos en el mundo, información sin contrastar que declaro inocente y la enfrento a dilemas para aprovecharme de las dos opciones, y la conclusión. Porque la rapidez con que escribo mis comentarios y los leo y los corrijo, lo único que consigo, con la complicidad del momento, es rendir homenaje a la estupidez de una frase hecha. Luego un sentimiento herido irrumpe y controla mi mente absurda, y eso que solamente pretendía ser neutral. No, no me estoy volviendo un poco de aquella manera, ya me he vuelto. Para no llevar a engaño, loco, me he vuelto loco, al igual que otro que perdió el tren de mi vida. (Si amanece, regreso en agosto). Gracias.

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