Un sábado de fieles los difuntos comenzaré diciendo que, en adelante, seré pragmático: muchas veces preferí considerar la mala intención de algunos con desapego al estar convencido de su incapacidad para hacer el bien. Probes, hasta intentaron situarme a su altura, eso de comulgar con ruedas de molino. Pudiendo hacer lo bueno, lo correcto, el bien como tal, hicieron lo contrario y negaron la verdad. La verdad es una y solitaria, y la mentira una bola de nieve: cuanto más rueda, más grande se hace. Se les ve por la calle paseando una mentira como si fuera una verdad. También echan cuentas que no cuadran sin darle importancia, no saben sumar o los cegó el odio. Pienso en ellos y no me sale otra palabra: Ignorancia. Pudiendo hacer lo bueno, lo correcto, el bien como tal. Ignorancia. Entre todos no hacen uno con dos dedos de frente. Parece imposible. De haber leído a Pablo Neruda, con argumentos tan poderosos "que convertía indios vivos en cristianos muertos, ni bostezaban con crucifijo y todo". Que tengamos que investigar dónde se encuentra la verdad y luego enfrentarla a la mentira en el patio de la escuela, como si la verdad se dejara convencer o acobardar. Ignorancia. (Por suerte, cuando al doblar una esquina los encuentro, el maligno nos ve, se enternece, se entrega al Señor Dios, reza, y pospone la destrucción del universo). Gracias.
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