sábado, 6 de julio de 2024

Escribir por escribir (y dos).

No existe nada en el mundo comparable a escribir lo que uno siente, y si en un descuido alguien te lee... El conocimiento se adquiere... es la persona quien marca la diferencia. Conocimiento no es conocer. Ni discernir. ¿Entonces qué habrá querido decir? ¿Y por qué no puede entrar ni siquiera en el Reino de los Cielos? Hubiera hecho cualquier cosa por entrar... Después de haber probado las mieles de la palabra escrita, y de la fantasmagoría real de un de soslayo sanador. Joder, dona, tiene el poder de retrotraer los valores de la idoneidad, para los no creyentes, el paraíso donde todo comenzó: Les Seniaes. Escribió mucho y habló poco. A pesar de que en su vida tuvo el propósito de dejar huellas meritorias por donde pasaba, o paranoias y no huellas. Había logrado encauzar su vida por derroteros esperanzadores, pero su maltrecha salud, su capacidad innata para la autodestrucción y dona muerta... El porvenir que tiene un personaje tan comprometido... la Magdalena sabrá. (Oiga usted: en la vida todo es Alfa y Omega. ¿Comprende? Embriagado de no saber, de preguntar a quién no sabe, se devorará, se consumirá y llorará lágrimas de pena). Ser de mi ser, eterna vida mía, confía en la ley 20/21 de los Santos Inocentes y su justicia. Es un hecho consumado por más vueltas... y a más vueltas más jodiendas. En fin, si uno se pone triste peligra que exteriorice penas que no siente. Lo que siente, y conviene decirlo, es que cuando escribe por escribir es más feliz. Gracias.

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