Cuando te mueves por una dimensión ficticia, de cuando en vez uno se marcha hacia el reencuentro con el infinito en busca del dolor entre quienes lo amaron, o simplemente lo utilizaron. La suma de todas las frustraciones por su comportamiento es justa la medida soportable para un adiós. Casi siempre fue apenas, pero ahora parecía que había encontrado su sitio, y que redundaría en el bienestar de su familia, su razón de existir. Recuerda que jamás se le presentó la ocasión de demostrar su gracia, aunque ahora parece que le siguen el rastro. Se está corriendo la voz de que es capaz de escribir el día de quien no sabe lo mucho y bien que le vendría en su quehacer. Quien lo conoció diría que pagaría por saber lo que sabe, y solo sabe leer. ¡Qué ruina!. Parecía que tenía cuerda para rato. La tenía. Y ahora es un espíritu improductivo y poco creativo al haber sido abatido por la desgracia de sus propias insolencias. Si al menos le hubiera hecho caso al cartel: "Pónganse en contacto con el administrador". Conociéndolo, el cartel debería traer escrito en letras verosímiles: "Pónganse en contacto con Dios". Se hubiera puesto en contacto con Dios porque le chiflan los milagros. Él solo piensa en estos días de mucho y nada bueno. Se reprochó a sí mismo, se disculpó con el maligno y con todos los que creía que le podían restituir lo que tanto añoraba. Le faltó poco para llorar... lloró hasta anegarse. Fueron tantos años... Demasiados. (Perdón, lo dejo, mañana vuelvo). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario