Ayer una paranoia me visitó y quería algo de mí. Lo creo porque sigo aquí. Hurgaré en la memoria: Siempre existirá la lucha entre lo que queremos y lo que necesitamos, así cómo lo que fuimos y lo que somos. Lo que dura solo un instante a lo largo de los años nos permite componer un imaginario real. A fuerza de querer, soy quien quise, pero el reloj marcó inexorable las horas y luzco anticuado. Envejecer con la mente lúcida induce a tomar decisiones que hacen camino donde no hay espacio. Paz y amor. Mi vida no fue triste, fue jodida. Hice la mili, hasta la mili viví con miedo, después de la mili, también. La política, ay, la política, cuanto menos ahora del insulto no pasa. Por aquel entonces, comunista, Nicolás Guillén me enseñó a ejercer mi ideología usando además la cabeza. Fui comunista sincero, sin excusas, fiel a mí mismo. Éramos muchos, pero los otros eran más. Y la mayoría miraba de soslayo porque llamar a las cosas por su nombre costaba caro. Problemas con los grises, la manipulación de la justicia y la falta de derechos civiles hizo de aquella vida una jodienda. Pasó el tiempo, recuerdo 1985, Gerardo Iglesias fundó IU y también recuerdo que me bajé del partido. 2 años y me afilié al socialismo marxista de la época. El partido socialista nunca estuvo al nivel del partido comunista en cuanto a luchar por la democracia: de Suresnes aquí no dejó de pisar moqueta. (Sigo aquí, no me rindo, pero eso a quién importa... Joder, dona, podías no haber muerto). Gracias.
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