lunes, 26 de junio de 2023

Manda güevos.

El lavadero municipal vuelve a ser un hervidero de dimes y diretes, rumores, chismes, lamentos, también declaraciones de sincera amistad que pretende retornar a la amena conversación ante los desprecios que hubo (y tanto) durante las pasadas elecciones. Y volver a la buena vecindad (ni se piden una pizca de sal). Los candidatos y el querer parecer lo que no son: ni políticos ni buena gente. Insultan la inteligencia de los vecinos con promesas de una mano y un brazo pegado a un hombro. Finalizaron las elecciones y perdieron los de siempre: los vecinos. Y las relaciones interpersonales (sea lo que sea). Manda güevos. Y pregunto: ¿Para cuándo el arrepentimiento de la hipócrita hipocresía en sí misma? Confieso que nunca se me dio bien hacer amigos de manera tradicional (ni mal). No me sale a cuenta tener amigos (la Tesorería de la Seguridad Social ya me paga por ser idiota). Pero cómo duelen las heridas que dejan en las familias estos impresentables: tardarán en cerrarse. (Hablo de un pueblo pequeño, el pueblo de Patricia, por ejemplo. Sin embargo, nunca es tarde para un final feliz). Gracias.

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