martes, 20 de junio de 2023

Imprudencia innecesaria.

Sanar las heridas del corazón por etapas hasta que no brote ni una gota de sangre... Sangra el corazón, duele el alma, furor en la mirada, y vuelta a empezar: una imprudencia calculada anticipa la peor noticia para que muerda el polvo. "Entonces el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente". (Génesis 2:7). ¿Cuánto tiempo tarda un pedazo de vida en morir para que libre pueda ser, por fin, uno, o seguimos siendo dos? Antes de ser persona en sus cabales fui paranoia. Aprendí del suplicio. Nací de la poesía y fui arriesgando la vida hasta ser mayor. Nadie presta atención al silencio de los mayores y ahora somos un problema. La duda del problema. No me dejaron atizar la quietud del silencio y ahora el anhelo no se atreve a clarificar la duda. Necesito saber el tiempo exacto de espera para dejar de ser el problema (el problema de difícil solución es el silencio de los mayores). Las imprudencias calculadas son libres, los hechos son incontestables. Amarrado al silencio, amortajado, regreso a Les Seniaes. ¿Y entonces? Hoy, pongo la existencia del tiempo a la espera en soledad amordazada y en ella me disuelvo. (No volveré a ser una preocupación para mí). Gracias.

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