miércoles, 16 de febrero de 2022

Marzo impaciente espera.

Es febrero, miércoles, 16, y no sé si acabaré en el manicomio antes de que aparezca marzo. Qué pandemia y qué semana.

Y vuelta a las redes sociales que certifican la propia vida resumida en cuatro palabras con seis faltas de ortografía. Y váyase usted si en realidad tiene un lugar fascinante a dónde ir o volver. Triste, debe ser triste, muy triste asomar la luz del alba y no saber qué hacer con tu vida. Quizás el secreto de la vida consiste en saber qué hacer y hacerlo. O tener quién nos espere si decidimos no ir ni volver, sino quedarnos y echar a andar por el camino del comienzo nuevo. Paz al alma y vestir los sueños.

Y sé que voy perdiendo, también que correrán lágrimas de sangre por los surcos de mi piel. Pasará febrero y llegará marzo. Marzo será un mes de brisa fresca, dichoso y de salud bien, gracias. Por los pelos, pero bien. Marzo entrará a puerto, claro, aunque no volverá a hacerse a la mar sin sobrecargo ni timonel. Ni viento a favor. La autoridad marítima prohíbe hacerse a la mar por mal tiempo o previsión de éste. Marzo es el mes que no echaremos a perder por la cuenta que nos trae. Gracias.

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