sábado, 5 de febrero de 2022

Ian no hace las cosas así.

Llevo tiempo que no ato cabos con Ian. Ian es inteligente, y lo sabe, lo que parece que no sabe es que tiene seis años. Ian hace de mí un trasto inútil. Respiro hondo y no encuentro el autocontrol que necesito para hacerle entender las cosas. Las cosas que nos atañen a los dos quiero hacerlas sin tener que arrepentirnos. Yo sé que él no se arrepiente, tal vez la monja ni siquiera le habló del arrepentimiento como mayor castigo. Ejemplo: Cuando llega del colegio tengo la encomienda de que se cambie de ropa. Pues si quieres arroz, Catalina. Yo, tampoco sé por qué tiene que cambiarse de ropa, desde luego para no ensuciarla más no es. Ian, cariño, le digo con ojos tiernos, cámbiate de ropa. Te ayudo si no sabes o si estás demasiado cansado; Ian, por favor, cámbiate de ropa. Pagaría por saber el laberinto que tiene en la cabeza y resolverlo para que haga las cosas porque sí. Ian no hace las cosas porque sí. Y yo razones no tengo. Tener razón o creer que se tiene o tenerla por haberla tenido no va con él. Hacer cosas porque sí es hacerlas sin saber por qué y a Ian no le convence. (Ni a mí). Gracias.

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