Digo: Soy un soñador obstinado y no dejaré de soñar hasta el día que el encargado de escribir el nombre de los amanecidos decida tacharme de la lista. Mientras, leeré libros y escribiré el día que me gusta para aprender y conocerme mejor. También hacer feliz a quien me quiere y quiero o cualquiera que pronuncie mi nombre. Sí, claro, soñaré, qué otra cosa puedo hacer si me apasiona no hacer nada como a los políticos. Leer y escribir y no emprender más batallas. Y si la nostalgia me acorrala me adentro en Les Seniaes y ando los caminos y el atajo de Flor de María soñando a Eugenio. Y cuando de aquella manera quedo en casa, dona, siempre está dispuesta para mí. En fin, mi vida es mía y no es especial ni de interés. A quien me pudo y fue dichosa, que le vaya bonito y otro tiempo vendrá y será mejor si se aleja del micrófono. Si algo muere necesariamente algo nace. Y en este sueño en vela navego desde que mi mayor decepción dijo que no sabía lo que sabía y procedió de la peor manera posible y perdió el tren hoy y mañana y fin. (La ignorancia es tan arrogante como la verdad sin amor). Gracias.
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