domingo, 19 de julio de 2020

La muerte de los cobardes.

Harto de quienes quieren que todo siga igual: malditos hábitos que perjudican la salud. Harto de que no busquen solución a los horrores con el auxilio y el ánimo por los suelos... Mi mente absurda y un poema. Pasé el confinamiento obligado y ahora que puedo salir de casa llueve a chuzos. Me abandonó la María y siento pánico a que vuelva el amor que fue y no sepa qué decir. Un poema se explica y me echa en cara quien fui -iracundo dolor que me devora-, y amenaza con arrinconarme más el ánimo si no salgo de casa en busca del amor. Soy víctima de un poema. Ni una trasfusión de ánimo en vena me salva del desaliento. Mi ordenador que me ordena escribe a libre albedrío y mi teclado no responde y mi corazón apenas si late. Si un corazón no late induce un coma y aparecen las plañideras y el enterrador y paz a los restos y amén. Un poema hurgó en mi mente absurda y dejó al descubierto escarceos amorosos de otros tiempos. (No es desamor lo que me obliga a escribir un domingo de extrema aflicción en de soslayo, es la muerte de los cobardes, la que muere sin decir lo que siente). Gracias. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario