Déjame ir o vente conmigo. Olvídalo el pasado, no te resistas. Ahora sé que sabías lo que decías no saber... Qué necesidad tenías de mentir... ¿Qué ganaste? No permitas que el odio anide en tu corazón. Déjame ir o vente conmigo. Lo que no llegó a ser será, pero ha de ser ya, sin demora. Llevamos demasiado tiempo siendo el centro de todas las miradas. De todas las miradas me declaro culpable, de lo que decías no saber y sabías respondes tú. Qué poco aún sabes lo que duele olvidar. A quién le importa si dejaste la puerta abierta como disculpa. Ahora, con la cara de los entierros pregunto: ¿serás capaz de no dejarme ir, de no venir conmigo, y perder la oportunidad de ser la que siempre quisiste ser? Y una pregunta lleva a otra: ¿Te has parado a pensar por qué no eres la que siempre quisiste ser? Ni siquiera sabes quién eres. El camino tiene recovecos y esquinas dobladas y cualquiera en un descuido te licita al mejor postor. El eco de tu voz se apaga. Sin otra pretensión que la expuesta, mientras resista abro paréntesis: viviré en ti hasta que me dejes ir o vengas conmigo, y decidas cerrarlo. Gracias.
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