martes, 29 de enero de 2019

Esos locos bajitos.

"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas". (Tácito). Y entonces, amor, ay, amor que no volviste...

El sentido común y los sentimientos del corazón raramente van de la mano. El sentido común es un parasol que veta la luz del alba a un martes enamorado del amor y de la vida. A esos locos bajitos les cantó el Serrat. Vale para esos locos bajitos y para los que han dejado de ser bajitos y perdido la inocencia. Disculpen, ¿alguien sabe a qué edad se pierde la inocencia?

Esos locos bajitos, Joan Manuel Serrat.

A menudo los hijos se nos parecen,
y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, (dicen) que hay que domesticar.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
con nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada canción.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
Niño,
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día
nos digan adiós.

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