¿Y qué haces durante el día? (Qué pregunta estúpida, Señora, todo sea por vivir del cuento). Por eso de que a mí me gusta sacarle algo a todo, especialmente a las cosas que no entiendo, quien escribe, ya sea el ordenador que me ordena o quien resucitó sabiendo que de dónde no hay, nada se puede sacar, escribo otro libro, tengo espacio en mi biblioteca y me cuesta menos escribir que leer un día de otro. Digo un día o una semana o un mes. Nada me cuesta menos que escribir. Comencé buscando las letras del teclado y ahora mis dedos se deslizan por el mismo de mamera que antes de amanecer el día que quiero escribir estoy durmiendo y en la cama. Lo mío es de psiquiatra. Hablando de psiquiatra, la pregunta de arriba me la hizo la dama que no me dejar ir. (Es verdad, si no viviera del cuento tendría que dedicarme a la política o meterme a monja. ¿Qué haría sino? La pregunta era ésa... ¿Y a quién importa? Lo que hago en mi impagable soledad es escribir el día y leer libros de poesía o lo que caiga entre mis manos, incluidas las ofertas del carrefur). Joder, dona, no sabes cómo te hecho de menos, el silencio de Les Seniaes es matador. Si conociera a Jesús el Cristo, en su misericordia, le pediría que, puesto que en la vida lo bueno y lo malo, lo inútil y lo necesario, la verdad y la mentira no se distinguen, me deje vivir el día que escribo sin aspavientos. Eugenio decía que la vida depende de uno y que vivir era un don... (Qué vergüenza si aún existe). Gracias.
Ciertamente ...
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