miércoles, 20 de junio de 2018

Ayer estuve en León.

Ayer noche había alboroto de niños en la calle y me asomé a la ventana y sí, eran niños jugando a la pelota y no me importó que mi coche fuera la portería porque el ambiente olía a Castilla y León. De Castilla y León solo León. Hay olores que no se van de la memoria al paso de los años. Ayer noche olía a León en la calle, a la siega del centeno, y recordé viejos tiempos. 

Hoy con niños o sin niños jugando a la pelota me asomaré en busca de olores invencibles al paso del tiempo que me acojan y me trasladen a León. A León no renunciaré en mi memoria ni a otro lugar que me haga sentir deleite. Ayer estuve en León y hoy volveré porque allí fui feliz. Son emociones de otra vida y otro tiempo. Ayer fueron olores y mañana será una risa, una mirada de soslayo o vaya usted a saber. Conviene estar atento a todo lo que nos rodea. A veces se me junta el hambre con las ganas de comer y quiero arrasar con aquello que se fue sin haberse ido. Friedrich Nietzsche dijo: "Lo triste no es que me hayas mentido sino saber que ya nunca podré creer en ti". (Pagaría lo que no tengo por estar equivocado). Gracias.

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