sábado, 30 de junio de 2018

Qué importa.

Tener fe de por sí ya es una victoria... Cada cual tiene la fe empeñada en sus intereses y confía que un Ente Supremo, una vecina, una amiga. Yo soy más de confiar en una vecina. Una tacita de azúcar. Llegado el caso, se entienda o no, conviene tener calor humano cerca, y un teléfono y una ambulancia y un hospital de urgencias. (Claro, y una amiga: estoy en ello). De viejo creo que mis intereses están a mejor recaudo con una vecina cuando quiera y a la hora que quiera. (Risitas las justas).

Traigo a de soslayo la fe porque ayer paseando con Enol por el pueblo de Patricia al pasar delante de una puerta quien a la puerta estaba dio media vuelta con desprecio de sepultura. Fue una mirada de soslayo furtiva, fue un desaire en tiempos de tormenta. Oiga usted, en tiempos de tormenta ojo con salir de casa desabrigado. Y sin paraguas. Ay, qué quiere que le diga que no sepa... La tormenta como viene se va, eso sí, mientras dura la ansiedad y la intranquilidad o lo que sea te mata. De lo eficaz que sean las correcciones que apliquemos -algo habrá que hacer ante el inmovilismo-, lograremos que la fe mueva montañas... Tengamos fe. Tener fe es saber que nunca olvidaremos el camino de vuelta. Joder dona, llegar a la edad de los consejos es la hostia, soy viejo y doy consejos que a nadie interesan y si no interesan... Como Él: "Dios muda los tiempos y acelera los procesos si se atascan". El enunciado me gusta, a pesar de reconocer que no lo entiendo. A veces creemos que algo está bien o mal pero como no lo entendemos... Qué importa. (O tomamos la vida en serio o estamos jodidos). Gracias.

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