martes, 19 de junio de 2018

El monstruo de la corrupción.

La pregunta se dejó caer del artículo que Juan José Millás publicó el pasado domingo en el diario El País y me hace pensar si en realidad hemos tomado el camino de la regeneración política. Ahí les dejo con la pregunta: "Si alguno de los corruptos que están en la cárcel pudieran dar marcha atrás, ¿robarían menos? Cuanto menos yo, no tengo respuesta a la pregunta.

Confieso que me gustan las formas de Sánchez pero no las de políticos que están y no se quieren ir. Hay miles de políticos con la conciencia tranquila desatendiendo sus obligaciones. Permanentemente la Guardia Civil presenta investigaciones del todo fidedignas a los jueces que nos hace pensar como ciudadanos que la corrupción ha venido para quedarse, a pesar de que unos y otras ya no comulgamos con ruedas de molino... Acuerdos parlamentarios y sobre todo sacar el miedo a la calle para que los políticos corruptos se lo piensen mejor; sin obviar que siguen manteniendo relación porcentual con los amigos empresarios de Rajoy. Esto se tiene que acabar y se acabará, lo veremos las próximas elecciones si se siguen presentado los mismos políticos y alguno más. Pero y qué gracia sería si en cada pueblo, ciudad y comunidad autónoma se presentara el bipartidismo y otros partidos aunque no alcanzaran mayoría para gobernar. Serían la mosca cojonera que acabara con el salario indecente de los que gobiernan con "el dedo" de los porcientos. Sí, sé que son más de dos partidos políticos los que se presentan a las elecciones pero el bipartidismo de siempre sigue gobernando. Ojalá los nuevos partidos que prometieron la trasparencia tomen posiciones. ¡Sálvese quien pueda!. Se imaginan que un solo cargo electo cambie las reglas de juego, ay. Lo escribí arriba: acuerdos parlamentarios y sobre todo sacar el miedo a la calle. Y como sus culos están pegados a los sillones y no se irán por las buenas, pediremos ayuda a los medios de comunicación y juntos acabaremos con el monstruo de la corrupción. He aquí los hechos: exhibicionismo crónico, despotismo, latrocinio continuado, ultraje, fraude y etcétera. 

Este país no puede seguir llamándose país mientras los políticos que gobiernan lo consideren su cortijo particular. Lo dijo Ricardo Costa, "aquí siempre estamos de fiesta, ja, ja, ja". Pues que siga la fiesta, pero en la Cárcel de Picassent. Gracias.

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