Mientras mastico la última desvergüenza de la ministra Báñez sobre de
creación de empleo leo en la necrológica de un diario regional que cierra una empresa importante para el empleo y la economía en la comarca.
Y dale a la rueda que rueda. Es la última empresa de entidad en la
comarca. No es invención, la comarca es donde vivo. Ahora sí que somos pobres. La empresa es en la que mi esposa trabaja -en
adelante trabajaba-, cinco días al año salteados, como salteados los ajos en la sartén: cinco días cinco contratos laborales. Así no saldremos de la última crisis porque así no salimos de la primera.
Para qué engañarnos: estamos en crisis desde aquel día que nos dijeron que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Más paro juvenil
y más parados de larga duración; y los salarios no llegan a fin de mes. La nevera vacía y el carrefur que no fía. Nada ha cambiado. Los empresarios amigos de Rajoy son más ricos y viven más alejados de la realidad. Y para mayor desconsuelo, a la ciudadanía ya no le parece tan mal. Nos estamos acostumbrando
a Rajoy y a sus amigos los grandes empresarios que cierran empresas con los bolsillos llenos de tal manera que solo preguntamos si algunos de los trabajadores que engrosarán la lista del paro son vecinos del pueblo. Importan los parados, pero si son
vecinos importan más. La solidaridad ya no viene de serie en la
condición humana. Otra comarca agrícola se muere y no cabe en el cementerio. Solución: Otro cementerio. Los discursos de creación de empleo entretienen a Rajoy hasta las próximas elecciones que, según las encuestas, ganará. Gracias.
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