Si yo fuera cargo electo en la administración pública tendría un salario de escándalo, horario de despacho reducido, coche oficial para
que mi esposa vaya a las rebajas, tres guardaespaldas como
armarios empotrados para descorrer pestillos y una docena de
aduladoras que me aplaudan cuando abra la boca aunque sea para
estornudar. Me chifla aparentar, y el dinero que no falte. El dinero es mío, si es de todos no es de nadie, o sea mío, mientras dure el chollo. Desde luego ser cargo electo en la
administración pública es un verdadero chollo. Ay, si el PP quisiera...
Que no corra el bulo que la ambición para mí no tiene límites, porque yo no quiero ser demasiado, me conformo con menos. Por ejemplo alcalde, director gerente o cualquier cargo que solo mande yo y no tenga que rendir las cuentas del rosario al tribunal de cuentas. La avaricia rompe el saco y yo no soy de
esas. Porque a mí un chisme teledirigido a mi credibilidad me provoca
ansiedad y la ansiedad -dicho sea de paso- es la antesala del manicomio.
Frenesí: como es domingo y ni tú ni yo damos palo al agua, el vino correrá de mi cuenta y será a tu salud, el café, las pastas de té y lo
que tanto nos preocupa lo dejamos para otro día y será a mi salud pero tú lo
pagas. "Volveremos al amor cuando otros acuerden eso que tanto nos preocupa". ¿Para cuándo cumplir tu promesa de amor? Gracias.
Soñar es gratis ...
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