viernes, 29 de septiembre de 2017

Descomedimiento.

De una mujer tengo escrito por ahí que de musa paso a ser poesía y se desentendió del mundo. Se dedico a releer la realidad de la vida que le tocó vivir y nada más. Le dediqué tiempo, pero a quien nada quiere nada está demás. Su mundo al revés. La poesía es lo que es, distinta según se entienda, pero no tiene la capacidad de escribir la realidad sumergida en su propia irrealidad. Una mujer que llegó a ser poesía puede contemplar la vida desde un acantilado de buena madrugada mirando al mar y le parece poco. Más sería si el alma se desligara de la mente y la esquizofrenia se hiciera dueña de su entidad. Una mujer que llegó a ser poesía sufre escalofríos cuando, inmersa en su mundo al revés, se siente imposibilitada para alcanzar la esperanza que evitaría su muerte incorporal. En su desesperación, a veces piensa si no sería mejor volver a ser mujer. Lo crea o no, la experiencia mereció la pena.

No es justicia divina vivir mientras se muere de enfermedad, pero nunca volverá a ser carne de su carne. Después de probar las mieles de la poesía morir no será causa perdida. Por encima de la ciencia, incluso de la fe, está la poesía. De cualquier manera, no prescindirá de la poesía porque sin poesía la percepción de la vida pierde esa ambivalencia donde coexisten los sentimientos del corazón. Y ella amó, ama y amará. (Nunca dejarás de ser poesía). Gracias.

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