lunes, 18 de septiembre de 2017

El problema no son los años.

A oscuras tropecé con una pelota y un coche sin ruedas y las consecuencias despertaron la torpeza de los sentidos que motiva el sueño y entonces me di cuenta que soy un güelu distraído con sus obligaciones y corrí a acompañar a Ian a la escuela pero se había ido. No era tarde de reloj, pero otros asuntos obligaron a Patricia a madrugar. A veces no vale con darse cuenta tarde de las cosas y pedir perdón; a veces hay que darse cuenta de las cosas antes de que ocurran para no perder una risa, un beso, otra lágrima de despedida y ser más feliz. ¿A quién importa el perdón?

Como a un aprendiz enamorado se le va la tarde a mí se me fue la hora de acompañar a Ian a la escuela y no valen las disculpas: quien se quedó sin la alegría de la mañana fui yo. Ojalá y que otro descuido no me impida acompañar a Ian a la salida de la escuela y la alegría sea doble, (Patricia está avisada). Lo que deseo y quiero está a mi alcance y ni con esas. Sabias y bellas palabras recoge la RAE y ni con esas. Cada día son más tristes las palabras. Torpe de entendederas me pregunta quien habla: ¿Qué prefieres? Y ni con esas. El problema no son los años. Gracias.

7 comentarios:

  1. El problema no son los años, no, son los errores. Es humano cometerlos. Aprendemos de ellos.
    Un saludo

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  2. Es algo así.
    Mañana seguro tendré buenas noticias y todo volverá a ser como antes. Así lo espero. Gracias. Beso.

    Salud.

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  3. Ufff no hay peor dolor que golpearse el dedo chico del pie y estando descalzo, con un mueble al paso...
    Saludos!!

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  4. Aprenderemos juntos. Pero sí, duele, y mucho. Gracias.

    Salud.

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