Para sobrevivir al desamor en la calle de los amores encontrados uno tiene que transmutarse en gato de siete vidas y saltar de tejado en tejado sin miedo a perder el equilibrio, o vivir en una nube de algodón donde nunca pasa
nada y si pasa llueve y de otro salto a otra nube de algodón. El cielo está encapotado en la calle de los amores encontrados.
Con el amor de otra vida cerrabas los ojos y soñabas la primavera donde las mariposas siempre vuelan libres aunque fuera invierno, ahora nunca es primavera y las noches se desvelan y soñar es una mentira piadosa. En la calle de los amores encontrados la indiferencia se ha hecho dueña de la noche y el día. "No vuelvas hoy y mañana y siempre". El amor está en declive y la poesía muerta. Eso es todo. El amor de un solo dueño es
maltrato psicológico. O algo peor si es que existe algo peor que la Violencia de Género. (Ojalá y que nadie me vuelva a recordar mis olvidos). Gracias.
Alba.
Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semilleros de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semilleros de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas,
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!.
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!.
¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!.
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!.
¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.
Autor: Federico García Lorca.
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