sábado, 30 de septiembre de 2017

La opulencia de pocos.

"Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos". José Martí.

La vida de un pensionista no es la que había soñado. Por soñar ni soñé llegar a viejo. Santísima, censuro a quien no deja de cantar tangos tristones y yo, escaso de imaginación y talento -pero sin mala intención-, soy igual. Qué tostón.

Mal va una patria sin políticos a quienes insultar. Qué suerte esos que van al fútbol y apenas se sientan y ya insultan al arbitro: esos sí que tienen suerte, la ley mordaza no va contra ellos. La política me asquea y el fútbol me exaspera, entonces, puesto que llegué a viejo, como ese futbolista del Real Madrid que no tributa a Hacienda porque no fue a la escuela y no sabe, quiero vivir los años altos en la opulencia. Ahora solo tengo que saber cómo. Joder, dona, quieras o no, para todo hay que saber, a no ser que te toque la primitiva. No me explico cómo podré vivir en la opulencia. Los futbolistas viven a las mil maravillas... y los políticos, y los grandes empresarios amigos de Rajoy, y, sin embargo, los pensionistas... Ay, qué triste llegar a viejo y acabar sin patria (o sin un trozo. Veremos mañana), sin ideales y sin una pensión digna que alcance, además, para llenar la nevera de nuestros hijos mientras llegan tiempos mejores. Eso sí, de salud bien, gracias, de todo lo demás, regular. Y el ánimo por los suelos. Al menos que no me abandone la María y el más trascendente deber como persona: La solidaridad. Porque el bien de muchos va a ser que no. Gracias.

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