"Es preferible el bien de muchos a
la opulencia de pocos". José Martí.
La vida de un pensionista no es la que
había soñado. Por soñar ni soñé llegar a viejo. Santísima,
censuro a quien no deja de cantar tangos tristones y yo, escaso de
imaginación y talento -pero sin mala intención-, soy igual. Qué
tostón.
Mal va una patria sin
políticos a quienes insultar. Qué suerte esos que van al fútbol y apenas se
sientan y ya insultan al arbitro: esos sí que tienen suerte, la ley mordaza no va contra ellos. La
política me asquea y el fútbol me exaspera, entonces, puesto que
llegué a viejo, como ese futbolista del Real Madrid que no tributa a
Hacienda porque no fue a la escuela y no sabe, quiero vivir los años altos en la opulencia. Ahora solo
tengo que saber cómo. Joder, dona, quieras o no, para todo hay que saber, a no ser que te toque la primitiva. No me explico cómo podré vivir en la opulencia.
Los futbolistas viven a las mil maravillas... y los políticos, y los grandes empresarios amigos de Rajoy, y, sin embargo, los pensionistas... Ay, qué triste llegar a viejo
y acabar sin patria (o sin un trozo. Veremos mañana), sin ideales y sin una pensión
digna que alcance, además, para llenar la nevera de nuestros hijos mientras llegan tiempos mejores. Eso sí, de salud bien, gracias, de todo lo demás, regular. Y el ánimo por los suelos. Al menos que no me abandone la María y el más
trascendente deber como persona: La solidaridad. Porque el bien de muchos va a ser que no. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario