jueves, 31 de agosto de 2017

¿Y cómo es él?

Una llamada telefónica me obliga a suspender la siesta. La dormiré mañana si amanece. Verás, si fuera el Perales te preguntaría ¿Y cómo es él? Pero no soy el Perales y de sobra sé cómo es él. Y tú, ¿sabes cómo es él? Te entiendo, el amor es ciego: desde luego ahí sí que me has pillado. El comentario no es gratuito, es una advertencia porque con tu llamada he notado tu voz cansada y triste. Eso me duele y me entristece más si cabe. No es desinterés, es interés, y no es tuyo ni es mío. Pero eso ya lo sabías. Quiero que te vaya bonito y presumo que no te va. Lo lamento si tengo razón. A veces uno pagaría por no tener razón. Con la resumen final que ha de llegar, se acabará la historia de amor jamás escrita. La nuestra. Un amor inconcluso y su historia de amor. Mi ánimo se ha ido por el desagüe para celebrar otra derrota. Si tú lloras lloro yo. Si tú penas peno yo. Si tú enfermas, si tú enfermas muero yo. Ni impunidad ni olvido.

Desde el día que me anunciaste de nuevo su presencia en tu vida te pedí coherencia en la palabra, que abrieras los ojos y que anduvieras con paso firme. Que respetaras y te respetaras sin olvidar tus valores humanos. Dignidad ante todo. Me contaste que eres más feliz que nunca y te creí, pero hoy, sin dejar de creerte, te creo menos. Y menos que mañana porque hay preguntas que siguen sin respuesta, de ahí que alucine cuando me explicas lo inexplicable como sentencia en firme, que es una manera poética de decir que se nos acabó el amor. Se trata, pues, de recordarnos en un hermoso poema de amor. Por cierto, hoy en Les Seniaes, y pensando en ti, como todos los días, amor, pensé que si te entregaba a nadie volverías, porque nadie es nadie, pero aún no lo sabes ni estás preparada para el desengaño. Esperaré impaciente el día que me permitas entregarte a nadie para que vuelvas a mí sin haberte ido. O, a alguien, y me hagas inmensamente feliz. Gracias.

2 comentarios: