La fe nos hace invencibles y el amor incansables. Viene el enunciado al caso pues de un tiempo
a esta parte, tal vez por estar más cerca de La Palabra de Dios
que de las promesas del ser humano entro a debate con la arrogancia del que no sabe. A esta altura de la vida no me
parece tanta locura acercarme a Dios y María. Eso sí, sin los
tambores y las cornetas y los petardos. Y los Mariachis si tienen algo que ver. Y si me apuran los Niños Cantores de Viena.
No me interesa ser invencible, y de amor estoy servido, gracias.
En los años altos uno no sabe qué hacer llegado el día, por lo tanto, seguiré escribiendo en mi impagable soledad y que la
ciencia decida y el amor más cercano ejecute mi decisión validada
ante notario. A este mundo no he venido a sufrir más de lo necesario. "Pero bla, bla, bla, bla, bla siempre hay esperanza". No digo no ni sí, pero padecer por padecer no me motiva, ni creo que
merezca comentarlo si la ciencia dijo no. No cabe en mi cabeza hacer sufrir a mis seres queridos. Gracias.
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