viernes, 18 de agosto de 2017

Breve y bueno.

Una amiga de antes (antes de dejar de ser musa para ser poesía), me dijo que cuando escribía largo se trabucaba y se perdía. Eso es cierto, hasta yo me pierdo, y no es la primera que me lo dice, pero solo a ella le haría caso. Y se lo haré si consigo que mi ordenador que me ordena me deje escribir breve y bueno. No va a ser fácil. Sobre todo en un país que naufraga en su propio bostezo. Yo siempre quise ser breve y bueno y despertar el interés de quien me lee, y no digo que en un descuido de mi ordenador que me ordena algún día lo conseguí, pero si así fue, no tuve nada que ver. Si escribo de amor acabo llorando a lágrima viva perdido por un atajo en Les Seniaes. Si escribo de Rajoy acabo gritando pegado al primer naranjo que me encuentro en Les Seniaes. Si hablo de alguien, sin nombre para despistar, porque quiero y no puedo, de nuevo acabo en Les Seniaes buscando la inspiración que disponga en orden mis ideas. Si tropiezo con una mirada clavada en el suelo y no encuentro palabras decidoras... Si me buscan pregunten por Les Seniaes, pero no es menester que me busquen, no me encontrarán, yo solo me pierdo en absurdos comentarios que empiezo y no sé cómo acabar. Escribo largo y me pierdo. Creo que sería mejor empezar y no acabar. O simplemente dar las gracias. O dejar la página en blanco y que cada cual imagine lo que un escritor de talento escribiría. Creo que sería mejor escribir entrelineas. De cualquier forma lo mío es gana, desgana no es porque pongo interés. "El Pampa", José Larralde, diría que no aprendí a resbalar cuesta arriba. Será entonces que cuando escribo me vengo arriba y no bajo ni caigo. Gracias.

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