sábado, 28 de enero de 2017

Mi verdad.

Ahora, cuando parece que va salir el sol y el amanecer incita nuevas sensaciones me acosan fantasmas y desdichas. Intento superarme y soy no capaz, a pesar de los años vividos, mi origen revolucionario se mantiene alerta. No hablo de política sino de la defensa de los derechos fundamentales. Poco a poco fui yendo a peor y ahora no soy capaz de reponerme. Necesito tiempo para volver a empezar alejado de las miserias que me acompañaron el pasado año.

Si febrero del 17 fuera febrero del 16 y tuviera que volver a empezar en las mismas condiciones lo haría sin cambiar una coma: creo que hice lo correcto y lo volvería a hacer. "Esa es mi verdad". Lo que refiero son sus consecuencias. Se hizo muy largo y me han dejado secuelas que agravaron mi estado de salud mental. Los descuidos de la vida son imprevisibles, y los comportamientos de algunos que a veces vamos encontrando por el camino son de olvidarse del país que podíamos haber sido y no fuimos porque nos faltó decencia. Y por si fuera poco, nuestra clase dirigente va de mal a peor. Es necesario que la oposición se comporte sin adornos y consiga logros sociales tan necesarios para recuperar los valores humanos. Humildad. La realidad que vivo me supera y no sé qué hacer. Tal vez en el infierno lo imposible que me parece vivir en este país y en estas circunstancias sea posible. Y más humano.

Me apeo, no me apetece escribir. No encuentro convicciones que profundicen en mis ideales y me sanen las heridas del alma. Sigo confiando en un porvenir que posible llegará donde la cotidianidad no sea simular que no pasa nada y estamos mejor que siempre. Porque no estamos mejor que siempre, estamos peor que nunca. Gracias... (de nada).

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