¿Te has parado a pensar cuantas verdades tenemos atrapadas en
nuestros corazones?
Después de haber sembrado incertidumbre en
nuestros corazones recogemos tempestades. Amor sin poesía, brazos
sin abrazos. Escasa la fe, falta confianza, tolerancia y, sobre todo, sinceridad en la palabra. Las
promesas que fueron incumplidas para volver al bendito amor de antaño libres de culpa.
Mala conciencia, llegó la hora del remordimiento. Sustituye las falsas acusaciones por risas de confianza y
hallarás la paz de alma.
María, la Magdalena, es poesía del
corazón, lo demás es cinismo en la terraza de un bar con audiencia, política de la peor, malas querencias, acusaciones con rencor, dar de qué hablar. Defender el amor nos salva porque sí, más allá del dolor de alma está la masacre de los sentidos y, por tu salud mental, no querrás conocerla.
Sucede que llueve, está lloviendo y me descubro ante ti: no permitas
que coja un resfriado de muerte (la muerte sería opcional). Nada es personal, no insistas, no seas pertinaz, y vuelve al amor de antaño. Gracias... (de nada).
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