sábado, 21 de enero de 2017

Es sábado y sigue lloviendo.

Es sábado y sigue lloviendo... no es toda lluvia de cielo: ni el cielo me salva. Los años han teñido mis cabellos de gris y mi mente absurda va a peor. Me gustaría reflexionar sobre el tema, pero es sábado de fieles los difuntos y no sería acertado, a pesar de no tener nada que ocultar. Malo es que los niños en la calle me llamen señor como malo es que nadie espere de mí un sentimiento amigo. Y yo dispuesto. Joder, dona, siempre es invierno para la verdad.
 
Lamento que haya quien considere que he pasado de bombero a pirómano por el mismo precio. ¡Maldita defensa de los derechos fundamentales!. ¡Malditos los intereses interesados!. ¡Maldito yo, incapaz de dejar las cosas para el qué dirán!. ¿Qué será el qué dirán y qué importa si las cosas no se hacen como la mayoría cree que se deben hacer? Si dicen que digan, allá ellos y ellas: aún no se han dado cuenta que hasta los jueces se han puesto de parte de los que siempre pierden: tengo pruebas, y no solo de usureros. Iba siendo hora. La defensa de los derechos fundamentales que debiera correr por cuenta del gobierno, como la salud pública, la educación, la dependencia y todo lo demás que ya es demasiado, cada cual y con sus medios, lo tiene que solucionar. Pues que así sea, eso sí, ahora con la ayuda de los jueces que es mucho. Y como siempre, la bendición de María, la Magdalena. Solo la María desnuda el amor.
 
Llueve, sigue lloviendo y estoy cansado... sin embargo, ayer dije que me rendía y hoy digo que si me rindo será en el sepulcro. Esta noche caí en la cuenta, pensando en mí mismo, recordando que la juventud es una locura que al paso del tiempo se acerca a la muerte... Esta noche reté con soberbia a la muerte. La juventud es una constante fiesta del espíritu, el cuerpo aguanta lo que aguanta y la inconsciencia gobierna. Es época de libertad y de esplendor, aún en la pobreza y la opresión, cuando menos el qué dirán, sea quién sea. La muerte no llamará a mi puerta y si llama, no me encontrará en la cama lamentándome por no haber hecho lo correcto. Ténganse miedo. Gracias... (de nada).

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