Ahora, cuando parece que va salir el sol y el amanecer incita nuevas sensaciones me acosan fantasmas y desdichas. Intento
superarme y soy no capaz, a pesar de los años vividos, mi origen
revolucionario se mantiene alerta. No hablo de política sino de la defensa de los
derechos fundamentales. Poco a poco fui yendo a peor y ahora no soy
capaz de reponerme. Necesito tiempo para volver a empezar alejado de
las miserias que me acompañaron el pasado año.
Si febrero del 17
fuera febrero del 16 y tuviera que volver a empezar en las mismas condiciones lo haría sin cambiar una coma: creo que hice lo correcto y lo volvería a hacer. "Esa es mi verdad". Lo que refiero son sus consecuencias. Se hizo muy largo y me han dejado secuelas que agravaron
mi estado de salud mental. Los descuidos de la vida son
imprevisibles, y los comportamientos de algunos que a veces vamos encontrando por el
camino son de olvidarse del país que podíamos haber sido y
no fuimos porque nos faltó decencia. Y por si fuera poco, nuestra clase dirigente va de mal a peor. Es necesario que la oposición se comporte sin adornos y consiga logros
sociales tan necesarios para recuperar los valores humanos. Humildad. La realidad que vivo me
supera y no sé qué hacer. Tal vez en el infierno lo imposible que me parece vivir en este país y en estas circunstancias sea posible. Y más
humano.
Me apeo, no me apetece escribir. No encuentro convicciones
que profundicen en mis ideales y me sanen las heridas del alma. Sigo confiando
en un porvenir que posible llegará donde la cotidianidad no sea simular
que no pasa nada y estamos mejor que siempre.
Porque no estamos mejor que siempre, estamos peor que nunca. Gracias... (de nada).
Acertada manera de verlo...
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