Sobre la cabeza de una mujer pesa un conjuro perverso, diabólico, que la está volviendo majara y amenaza con diluir su maltrecho corazón: No
tiene amigos. Una mujer no puede tener amigos y no es por ella,
que es estupenda, es por el conjuro. En estos fríos días de desapego, de
acomodar los sentimientos en otros corazones porque nada es lo que parece, nadie la
nombra. Un conjuro sabotea los mejores versos de amor. Un conjuro, una maldad urdida tal vez por el maligno que la
trastorna. Su cara es un poema y ya no le quedan uñas que morder. Y fuma, que antes no fumaba.
Todo empezó como el buen amor, recuerda, por casualidad; fue una
noche de verano cuando salió de casa obligada por las buenas acciones, como
otras noches, y confiada, se dejó llevar por un poeta de
mala prosa. Desde entonces, vive días de ansiedad y ya es invierno. Una mujer creyente,
aferrada a las buenas costumbres, decadente, de rancio abolengo
(uy, me estoy yendo, con perdón). No sabe el por qué de un conjuro: no
merece tal castigo. Su vida la tenía dedicada a los más necesitados, y, sobre todo, a los niños que
alegraba sus días con danzas y alegrías.
Su mente es un caos. Las noches se desvelan y les cuesta amanecer. Su confesor le aconsejó comprar voluntades y hacerse la víctima: ya hay quien asegura que la ha visto llorar... Cierto es que tiene amigos y tiene amigas y la siguen queriendo pero no se fía. De un poeta algo recuerda acerca de la confianza depositada en una noche de verano. Por la noche todos los gatos son pardos. Su vida va de mal a mucho peor: un conjuro perverso. Si el maligno ya se sabe: su alma. Para el maligno un alma es mucho.
Vivimos tiempos para la fe, no existen alternativas a la fe: somos pobres de solemnidad, y, sin amigas y amigos confiables no lo resistirá, se
comenta por los mentideros de la ciudad. Su vida no será una fiesta de carnaval todo el año. Si un amigo confiable de antes, no de ahora que
acostumbra derrotar con sus mieles. Un amigo de antes que le dijera la verdad a la cara. Cualquier parecido con
la realidad es verdad.
A punto de comenzar el fin de las rebajas de enero, de volver a la
cruda realidad y no poder manejar la arrogancia ni sesgar la verdad,
formalismos legales al margen, buscará el aval de la lealtad a los
valores humanos y dejará el amor de conveniencia para el verano que
los días son más largos y las fiestas de guardar. Gracias... (de nada).
Bien visto...
ResponderEliminar