Hoy, en la primera de los medios, lo que
realmente importa es que los votantes del PP prefieren a Susana Díaz
y los del PSOE a Pedro Sánchez. Mientras, Mariano Rajoy ¿Yak-42? "Eso ya está sustanciado". ¿A
quién importa si Díaz o Sánchez? ¿A quién importa si Iglesias o
Errejón? ¿A quién importa si Albert o Rivera? Lo que debiera importar es la desvergüenza de la clase dirigente, la salud, la
dependencia, la educación, el desempleo, no me canso, y de nuevo el
terrorismo: cuando creíamos que era cosa del pasado
vuelve el terrorismo de la peor manera posible. Joder,
dona, vamos de mal a mucho peor.
Bueno sería que nos respetáramos y dejáramos de matar en nombre de
una deidad inmortal, lo demás, incluidos los candidatos preferidos
para gobernar este frustrado país, allá se encarguen los votantes el día de las elecciones y no antes. No
soy de mucho decir la verdad, pero no miento. Mienten los políticos corruptos unos e incompetentes todos que se adueñaron de este país. Y aún así, jugamos a su juego preferido:
el insulto, la descalificación, la intolerancia... Ocurre en nuestras sempiternas luchas políticas de vecindad, en las demandas judiciales con quienes nos gobiernan para defender nuestros derechos fundamentales. Y luego llega la extorsión y el chantaje, la intimidación, el "bullying", para entendernos. (Las hay que solo aprenden sufriendo).
Confieso no ser neutral, soy un inconformista que le encanta la
política y aún no ha perdido la esperanza. Creo que el oficio de
político algún día estará desempeñado por gentes honradas que
aprenderán de los horrores: análisis crítico; volver a empezar; preguntar al que sabe; llegar a acuerdos cuando el viento viene de
cara... No me siento diferente a otros que en clara aptitud mordiente,
de cuando en vez, escribo con ánimo amotinador... Me gustaría volver a
escribir al bendito amor y la santa poesía, sin embargo, mientras estos politiqueras no se pongan de acuerdo en quién será el dueño de su partido y
el candidato de no ser la misma persona, enajenado, no
dejaré de escribir que la palabra de un político en campaña
electoral y después, vale tanto como la cínica expresión de su cara para quedar en el ejemplo de los que le precedieron. Arderán en el infierno de las vanidades haciendo gala de sus virtudes. (No lloraré tus duelos).
En este país existen problemas acuciantes que solucionar y no
admiten demora, ni modo de evadirse en el quién sin
saber para qué. Los políticos no toman en serio a sus
votantes... ni siquiera su propia avaricia. Todo les parece poco. Gracias...
(de nada).
Muy bueno...
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