En el paraíso no debe fluir
un río de amor eterno.
Y cada lágrima de nostalgia
debe ser una perla en su interior.
En el paraíso hay que soplar
una brisa que calma el dolor.
Y cada dolor, y el suyo también,
debe disolverse y desaparecer en él.
Ahí está el árbol de la paz fresco
plantado en espacios verdes,
y bajo el árbol, debe ser posible
soñar
un sueño tranquilo de la paz y la
felicidad.
Friedrich Rückert, poeta, falleció el 31 de enero de 1866.
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