domingo, 16 de agosto de 2015

Vuelvo al caso, con perdón.

Vuelvo al caso, con perdón, solo para decir que no, que las fiestas están genial: No quiero que nadie crea lo que no es... Me gustan las fiestas aunque hecho en falta un horario de descanso y espacios de seguridad vigilados, sí, en fiestas la gente se desmadra y luego pasa lo que pasa. A veces son cosas de difícil comprensión. (Ocurrió hoy a las cuatro de la mañana debajo de mi ventana y fue algo serio, no es para comentar en de soslayo aunque nadie lo lea). Y un defensor de niños y viejos, a poder ser poeta, las viejas no. Va en serio: no se distingue una joven de una vieja en cuanto a saltar o bailar sino es lo mismo. Vitalidad la misma.

En fin, era eso, dejar claro que me gustan las fiestas del pueblo de Patricia. Y ahora sí, lo dejo que las más viejas o las menos jóvenes se las ve camino de la iglesia. Hoy la misa es especial. Todo amor como misterio: cuerpo y alma de la Virgen María, Madre de Dios que ascendieran al Cielo después de terminar sus días en la Tierra. No debe confundirse con la Ascensión que, según Wikipedia, hace referencia al propio Jesucristo. 

Y ahora resulta que mi esposa dice que la Ascensión fue ayer. ¡Hay que joderse!. Estas fiestas acabarán conmigo. ¿Y adónde irán estas mujeres de procesión a estas horas? Fijo: a salvar almas unas y a orientar corazones otras. Igual ahí sí se nota un poco la edad. Si más o menos viejas, quiero decir. Sean felices. Y si se entregan que no sea a la muerte...

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