sábado, 22 de agosto de 2015

Vivo mi día al día.

Una amiga me aconseja para leer y que me lean antes de reunirse con Morfeo: "Me quedé pensando: dices que no se te da bien comentar y se me ocurre algo, ¿si te llegara por correo la entrada, se te haría fácil comentar?

De nuevas tecnologías nada. Pero nada de nada. Mi nivel tecnológico es de usuario encender y apagar. Pero me haría cuesta arriba vivir sin internet. De internet depende mi gran pasión: leer y escribir. Leer libros de poesía que son caros. Cambiaría un paseo por Les Seniaes por el olor del papel de un periódico o un libro, pero son caros. Y escribir, como escribo para quien me lee y mi familia no me lee... ¡Ay, dona!. Imagino que detrás de la pantalla de mi ordenador que me ordena alguien orbita en la misma onda y me lee. Sin descartar que, una dama, bella y discreta, allende de un mar inmenso, en un descuido entra en de soslayo y me lea, y vuelva, y entonces con el tiempo me llegue a querer...

Pertenezco a la generación de la ciencia definición. No es ciencia pero es definición. Me defino según el día. Me gusta escribir el día que quiero vivir. Y de cuando en vez, como ciudadano comprometido, me detengo y procuro mejorar las condiciones de vida de los demás por viejo y no por sabio. El cuento lo traigo al caso porque sí, navego y leo pero no comento porque veo gente agonizar y mi capacidad de sorpresa ha llegado al límite. Buscar otros mundos habitables será asunto para analizar por generaciones futuras. Mientras, seguiré escribiendo al alba en busca de tu risa. Tu risa será mi alegría si la consigo arrancar de tus labios. Proverbio 21:31. "El caballo se apareja para el día de la batalla; más la salvación es del Señor". No quiero otros días, no sabría qué hacer con ellos... Escribo el día que me gusta y lo vivo. Vivo mi día al día.

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