Quizá ustedes se hayan dado cuenta de que a mí la señora Christine Lagarde me cae mal (bien me cae Shakira, ay), es de esas personas que nunca invitaría a tomar café y una pastas de té. La señora Lagarde manda en el BCE y no deja de subir los tipos de interés de las hipotecas que impiden a las familias, entre otras calamidades, llegar a final de mes. El descontrol económico que generan las crisis han creado un sin vivir en este país. Hemos caído en un cotejo de clases a través de una lucha de intereses económicos entre quienes ostentan el control del poder, más o menos decisivo, en el desarrollo mundial. Los gobiernos hacen lo que pueden por mejorar nuestra calidad de vida, pero los usureros, las eléctricas, las petroleras, las gasísticas, los intermediarios agrícolas. Vivimos una situación de verdadero agobio. Para estas y otras multinacionales todo es lícito con tal de lograr su objetivo: ganar más dinero. Sus beneficios son extraordinarios. Rojos y azules y etcétera hemos vuelto a votar neoliberalismo. (Cuidemos la familia ante el neoliberalismo impasible. La familia, y los hijos primero). Gracias.
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