De una mujer recuerdo, la pasión por vivir y amar que resplandecía en sus luminosos ojos y de ellos la mirada. Era inocente y joven, era símbolo del romanticismo. Arrancaba lágrimas de pasión a quien la conocía. Pero tuvo la mala suerte de triunfar en la vida y los halagos obnubilaron su mente. Pronto se dio cuenta de que el éxito era invento de su cabeza desordenada y dedicó todos sus días a tejer leyendas de dolor. Vivió una realidad con destino de fatalidad encubierta. Y como si fuera poca su tragedia, su mejor amigo le clavó un puñal en su amor propio, otro la obligó a cantar la verdad, y a su abusón de barrio lo condenaron por violencia machista. Hay amores que mancan a cuerpos que ya les dolía la cabeza. Su destino: manicomio o camposanto. De una mujer recuerdo que -mientras esperaba el turno, la primer vacante, puesto que la salud mental en este país está malamente, y morirse también está malamente- se mantenía con pastillitas colores que robaba en la farmacia de guardia. (Le quedan días de vida triste de morir, solitarios y tristes, mientras, su estado físico y anímico irá a peor). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario