jueves, 9 de febrero de 2023

Si lo sé es de oídas.

He oído que los que se van y dejan la puerta abierta tienen más posibilidades de volver que los que se quedan detrás o dan una patada a la puerta al irse y no volver tal vez. La patada en la puerta no es buena para uno mismo (sin mí no soy yo): los peores políticos lo saben y siguen con el resquemor de aquella ley. La patada en la puerta se la dieron en los morros a José Luis Corcuera y hoy, más o menos, los que le sucedieron en Interior siguen dando coces y recibiendo patadas. A veces nos dan a elegir y elegimos el egocentrismo. A veces ocurren cosas... Y qué si les digo que tengo escrito que yo soy la puerta y la María que siempre me acompaña ha cambiado la actitud de quién dio la patada a la puerta y ahora escasa de no querer, quiere, y no se atreve. A veces ocurren cosas, pero esta no ocurrirá porque ha roto todos los espejos. Hablo de amor, no de política. Si no es por uno, es por otro. Hay que joderse. Y "les cames sin facer", decía mi güela cuando bajaba del monte de llevarle un bollu preñau a mi güelu fugau. Mi güelu, como Jesús el Cristo, era comunista y murió por la democracia. Gracias.

2 comentarios:

  1. La patada en la puerta nunca fue buena fórmula para entrara en ninguna parte. La puerta puede ceder al ímpetu de la patada o permanecer impertérrita imaginando que es de ormigón armado, depende de si le importa o no, que desvaligen el interior ; )
    Un besito, mi querido guelü ; )

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  2. María: A veces confundimos la política con el amor. Y ni uno ni otro. Gracias. Beso.

    Salud.

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