Adivinar tu cuerpo, tu cara
de ternura entrañable.
La celeridad del llanto
al compás de tus sollozos.
Estrechar cada dedo de tu mano con mi mano.
Imaginar el secreto del momento
y conocerte.
Eso quiero, conocerte.
Apenas tuve tiempo de imaginarte
y ya estás aquí metido en tu cuerpo de bebé.
Difícil sería aceptar que fueras aún más de lo que ya eres,
aquello que pude a tientas descubrir
viajando por mi mente,
zigzagueando con temor tu silueta,
mirándote con sigilo,
acostado en mi memoria de recién nacido;
difícil sería aceptar que fueras aún más sorprendente:
tu boca y tu nariz,
la redondez de tu cuerpo,
la viva imagen de tu madre.
Ian, llegó el momento de conocernos:
prometo velar tu existencia hasta quemarme los ojos.
En de soslayo. Miércoles, 15 de febrero de un cumpleaños feliz.
No me digas que es el hijo de Patricia!! ; )
ResponderEliminar... casi te diría que aun más hermoso que el que le compusiste a ella...
¡Qué suerte tener un poeta en la familia ! ; )
Otro beso!
Nacieron para decorar mi vida. Pero tengo otros dos. Kristel y Diego. Soy muy afortunado, María. Gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Uy, se me olvidó su hermano, Enol, por Dios que no se entere. Es el terror.
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