En la edad de la autoestima, la sabiduría y los consejos, lo que uno no puede hacer es dar consejos sin que se los pidan, y si se los piden, el mejor consejo siempre será no dar consejos. Yo me lo pensaría mil veces, aunque fuera por amor, y eso ya es mucho decir. A oídos sordos, sueña niña de ojos verdes, ya amanecerá algún día en primavera, donde las mariposas vuelan libres. Nadie sabe lo suficiente, pero indigesta los consejos. Los más viejos tenemos los días contados. Lo simpático de "El mejor consejo" que me obliga a escribir, es que antes se agradece un aplauso que un consejo. Serán estúpidos. Hay cerebros amueblados y cerebros deshabitados. También hay amores que urgen ser escuchados. Quien escribió con sangre una página en blanco olvida a quién pertenece la sangre y el corazón que la bombea. Con la luz del alba un poema trae una pregunta: ¿De qué te ríes? Y una mirada provoca un vendaval de pasiones atadas a una plegaria... (En Les Seniaes, donde nace de soslayo, no hay sepulcros ni manicomios, hay buenos consejos. Recuerden que es domingo de ir a misa). Gracias.
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