Me lo dijo y no la creí. Entonces es el día de ser héroe anónimo de la salud y dar a conocer a los heridos de la cabeza, uno y dos o tres, cada día más por familia, que la dama que vela mis sueños se jubila. (Tal vez aproveche la desdicha y escriba la sanación de mi mente absurda para aligerar las listas de espera en la sanidad pública). Honrar a la mujer y no a la dama que no cura. Se lo dije: "la neurología no cura", pero hablar con usted me alivia... Siempre anónimo, recuerden, si no héroe. En tiempos de crisis, perder a una dama con excelencia neurológica hará que se resienta la memoria. "El país no se puede permitir perder una neuróloga como usted", también se lo dije. Apenas tenemos sanitarios y la mejor se va. Y me abrazó al advertir en mí el desánimo y me dijo que siempre estará para mí, y para Pablo Neruda y Mario Benedetti y Ángel González, los poetas que le aconsejé: Neruda para morir, Benedetti para vivir y González para que no me olvide. Y yo sin Instagram ni Facebook ni Twitter. ¿Qué va a ser de mí? Su cordialidad y llegar tarde, tarde y con excusas. Ya la echo de menos. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario