domingo, 4 de diciembre de 2022

A ventura.

El tiempo corre a mi favor. Hago entrever que no, pero sí: el tiempo corre a mi favor (si antes no me muero). Corre a mi favor y solo tengo que esperar que ocurra lo que llevé a de soslayo en la peor ola de calor del pasado verano. Se pudo evitar que un golpe de calor originara una crisis emocional en una mente un tanto herida. No se evitó y apareció el alma cristiana y con ella el arrepentimiento: Nada ocurre por casualidad. Yo acompañé a urgencias a esa mente maravillosa y la María escribió el desprecio por la vida. Esta verdad es solo mía y no guarda rencor, aunque está atada a una soga. (Si alguien decide tirar la piedra y esconder la mano, pregúntese antes a dónde irá a parar la piedra. Y si merece la pena). Es Navidad y el tiempo se detiene y da paso a un porvenir conforme a derecho. Es el porvenir que tanto nombro y llega sin ecos de un vago recuerdo. Un porvenir pletórico de fuerzas, solidario, generoso. Llegó la Navidad deseada por los que siempre pierden... (No lo saben, pero seguirán perdiendo, a no ser que al porvenir lo ampare el amor cautivo para que todos ganen y nadie pierda). Gracias.

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