sábado, 3 de diciembre de 2022

Liberatoria.

Con ganas de poco, pero feliz, me dio por imaginar e imaginé que un día me preguntarás qué más quiero y yo te contestaré: a ti. ¿Estarías dispuesta a darme toda tú hasta el final de nuestros días? Tendrás un problema si te niegas, porque entonces me querrás más y aparecerá otra duda en tu vida. Tú, y tus dudas sempiternas. En mi vida he visto la duda reflejada en mil adversidades y rompe el alma. Y aunque llegues a creer que el amor lo puede, que la fe mueve montañas; aclara tus dudas y decídete cuanto antes: a veces uno se muere en el momento más inadecuado. Las dudas, como los celos ciegos de amor, consumen hasta las cenizas. Cuando la duda triunfa, todos pierden. Y aparece el cuñado estúpido por Navidad (la Navidad llama a la puerta, recuerda) con la cara del perdedor que ha vaciado sus manos, pero le desborda la negra bilis del hígado. También te imaginé más fuerte porque de una aparente derrota aprendiste a no ser derribada por causas propias y ajenas. Un día de estos escribirás la historia. Nada volverá a ser igual. (Tendría gracia si hablara de política y no de amor). Gracias.

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