domingo, 12 de junio de 2022

Un sábado en Valencia.

Ayer, Kristel me invitó a una paella en el Club de Tenis de Valencia... Ay, sí, Kristel y Diego son socios. (Y socia capitalista su suegra). No me entra en la cabeza tanta gente bajo un mismo cielo. La dama del síndrome de la interacción nula me lo dice: "para ti tres son multitud" (y antes, cuando había MIR, le enviaba a tomar el fresco); Kristel me conoce y me ayudó a entrar y Diego hizo lo demás. Pensarán ustedes que un jubilado no puede jugar al tenis en un club de ricos pijos (y yo). Y al golf, que el Club de Tenis tiene un Campo de Golf. Y una Piscina Olímpica. Y prados con árboles. Y un restaurante caro, muy caro (se pueden imaginar quién pagó la paella). Al tenis no sé jugar, ni al golf, nadar sí, donde menos cubre. En realidad ese Club de Tenis y aquella gente pija... (¡yo qué sé!). Pero Kristel y Diego, joder, cómo los echo de menos... Apenas nos separan treinta kilómetros. Y sus asuntos inaplazables y la autopista de ir y venir y la bicicleta y yo, todo junto, es demasiado. Aunque si me puedo relacionar con gente pija... cogería el tren... Eso sí, Kristel tendrá que convencer a Diego que me deje ganar. Gracias.

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