viernes, 10 de junio de 2022

Donde anida el orgullo.

El día me invitó a salir de casa y me dejé llevar. Algo querrá que vea, pensé. Y al doblar una esquina me di de bruces con un rencor mal llevado y unos ojos que, durante años, fueron mi mirada. Pronto me identifiqué con la familia y una imprudencia y la obligación de tomar acciones vitales por las que fui expulsado de una vida de amor. Y de aquellos ojos y mi mirada quedó el olvido y el rencor. La familia, y los hijos primero. Pues al correr del tiempo todo sigue igual, somos padres y no corregimos el deseo de no querer. De una vida pasada recuerdo el amor y la religiosidad. Creyente de una religión obsesiva compulsiva era un llamado a defender (donde anida el orgullo) a los demás, cuando los demás son los nuestros, los que menoscaban el derecho de igualdad. El rencor se extremó y forzó a los sentimientos del corazón a palpitar desamor. Y, sin embargo, la vida de uno sigue desatando el amor del otro. Y viceversa. A veces de buena manera y otras de la peor manera, la vida sigue su curso... (Salí de casa y regresé herido de amor. Una fantasmagoría necesaria tal vez, porque que de casa no salí). Gracias.

2 comentarios:

  1. No sé si realmente entiendo lo que quieres decir

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  2. Intento atizar la modorra de la gente... Y conocerme. Gracias.

    Salud.

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