La suerte que arrastra la popularidad se rinde al dejarse llevar por las ocurrencias y tira proyectos ilusionantes al pozo de los destrozos. Tus miedos, las dudas, te quiero. El día, en modo imperativo, anima al amor sin importar quien gana más ahora o más después, juntos ganaremos a Dios o al diablo (la María siempre me acompaña). Antes o después, nada quiero sino a ti. Andaremos el camino sin palabras pueriles, puesto que, la creación literaria que manca, solo persigue una moraleja de vida. Y si a veces prima el silencio, el secretismo o el hospedaje, sin negar la ley y su justicia, que prime: hablamos de ir en busca del porvenir, dejando el rencor en el olvido. Ni esclavos ni mendigos: la culpa no tiene dueño. ¡Y encerremos el maldito show en su propio destino con la adrenalina de la emoción que jalea!. El mayor prestigio y la mejor reputación para impedir que el corazón deje de bombear solidaridad ante la humana necesidad. Ante el encono amor, y santa poesía, aunque haya vileza a sañas. (Mujer que impresiona, mujer de armas tomar. Una mujer de fe, no debiera tener problemas de autocontrol). Gracias.
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