Estos días en el que la desesperanza me quiere robar el sosiego, es cuando impaciente acudo a la poesía como registro de la realidad, porque la poesía traduce y responde a mis dudas con un diálogo clarificador desde mi interior. Necesito más que nunca la poesía como garantía para empeñar parte de mi futuro sin plantearlo desde el sincretismo del amor. Y debo hacerlo ya, ahora, sin más tardar, justo antes de perder mi inocencia. Miedo me da pecar de no haber pecado ya. Puede ocurrir que en un descuido de la María... (Quizá ya ocurrió). Era, es un riesgo que una persona al entregarse a otra debe asumir. Ahora uno cuenta sus afectos por traiciones. Y ahora uno tiene tantos desengaños comprimidos en el corazón que a poco que un sentimiento desvalido aflore, como un resorte ante una mínima descarga eléctrica, saltaría y derramaría chorros de sangre. Presiento que las circunstancias de ahora no son diferentes a otras y acabarán llevándome por las calles como un mendigo al que se le niega una limosna y con ella la mínima posibilidad de esperanza. Y de vuelta al olvido. (Mañana sigo). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario