martes, 21 de junio de 2022

Un martes de profecías.

Ayer me vino a la memoria un recuerdo de guaje y hoy, y no imagino por qué la memoria me trae recuerdos del pasado que a nadie interesan, asoma con una pregunta: ¿Qué tengo que hacer para sentirme útil? Imagino que debería hacer las paces con Apolo. Ya me siento útil. Aunque antes me fiaría del comisario Villarejo que de mis utilidades. Luego de mucho pensar y leer el comentario de ayer, porque una cosa lleva otra, llegué a la conclusión que es la gente, y no yo, quien cree que no soy útil. Voy a otro tiempo y otra vida y ya me explico: Hace años escribía en un periódico y, a un becario y a mí, el director nos encargó escribir un folletín para el suplemento dominical. El folletín trataba de un barco pirata y el genio de los deseos. Los dos escribíamos de forma alternativa: un domingo él, y otro yo. Sorprendentemente, el folletín llegó a tener audiencia propia y el director nos felicitó y nos llamó escritores y entonces en mi mente absurda apareció la vanidad y un martes de profecías con inspiración divina, escribí una rebelión a bordo y tiré al capitán y al genio de los deseos al mar de los tiburones. Gracias.

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